El ser humano no es una cazador natural, tampoco granívoro, herbívoro, carnívoro, ni frugívoro. El ser humano puede elegir la comida que le plazca. En teoría y en la práctica podemos comer casi de todo. Esta capacidad de elegir y poder transformar los alimentos (con fuego, máquinas, químicos, etc.) nos ha dado la capacidad de ser los omnívoros más grandes del planeta.
Entonces, ¿cómo saber elegir nuestra comida?
Esta pregunta es muy racional y puede ser respondida de múltiples maneras. Sabemos que cuando tenemos hambre y vamos a elegir la comida “por practicidad” dejamos que nuestra emoción dominante “elija”, y luego lo racionalizamos con un “eso se me antojó en ese momento” o “es lo más rico y barato que tengo a la mano”. Está claro que no vamos a tener un proceso elaborado de raciocinio por ser el hambre una emoción/necesidad básica de supervivencia. Sin embargo, con “la barriga llena” o por algún otro motivo como “me cayó mal un alimento” podemos tener un breve momento de reflexión sobre lo que solemos comer y es en esos instantes es cuando crece nuestro “saber” sobre nuestra elección de alimentación.
Es muy probable que hayas escuchado que una correcta alimentación es la base de una buena salud. Muy bien lo señaló Hipócrates hace más de 2,500 años con algo así: «que tu alimento sea tu medicina, y que tu medicina sea tu alimento». Los chinos también reconocían este sabio principio de la buena salud con documentos que datan del año 1,000 a.C.
Hoy en día, nada más lejos de este principio. ¿A quién se le ocurriría pensar que un alimento es «algo que cura»?. Más aún, es más común escuchar «alimentos funcionales» para bajar de peso, para aumentar la musculatura, etc. Si bien todos estos propósitos son válidos a través de determinados alimentos, éstos están enfocados en aspectos superficiales del cuerpo y no en la «verdadera salud» (pincha aquí para saber sobre la «verdadera salud»).
Para gozar de buena salud únicamente no hace falta alimentarse correctamente, pero sí es uno de los pilares fundamentales del «triángulo de la vida» (pincha aquí para saber más sobre el triángulo de la vida).
Si quieres que esta información sea más valiosa aún, dale un vistazo a qué es «bioelectricidad» (pincha aquí si quieres saber qué es «bioelectricidad»).
Ahora sí, vamos a distinguir qué alimentos te aportan más salud, cuáles menos salud y también cuáles hasta te están restando salud de manera silenciosa. En palabras de Jim Rohn «puede que estés en una carrera y alguien te quiera sacar de un codazo y te des cuenta, pero hay algunos que te empujan poco a poco de tu camino sin que te des cuenta».
A continuación, los 3 TIPOS DE ALIMENTOS QUE DEBERÍAS (RE)CONOCER propuesto por el lingüista, filólogo y psicólogo húngaro Edmond Szekely a comienzos del siglo XX:
1.-ALIMENTOS VIVOS (biogénicos y bioactivos)
Lo primero que debe estar pasando por tu mente es tu plato de comida moviéndose. En el mundo natural, muchos depredadores comen vivas a sus presas (moviéndose) como por ejemplo los osos “grizzly” comen salmones saltarines cuesta arriba del río gracias a que están diseñados para cazar (dientes afilados, boca grande, garras afiladas y un hambre voraz). En el caso de los humanos no es tan común comer alimentos “en movimiento”. Las carnes se suelen comer luego de muchas horas del sacrificio del animal, o hasta días después de un proceso de congelación y en algunos casos con preservantes permitidos. En el caso de los pescados son sólo algunas horas por su rápida pudrición. Y en casos más raros están los insectos que no se espera mucho antes de consumirlos. Por ejemplo, en la amazonía peruana es muy común comer un gusano llamado «suri» el cual es una fuente muy alta de proteínas y grasas naturales que sirve de alimento a la población. En otros países también se comen insectos, sin embargo no es muy común comerlos vivos.
El grupo de alimentos vivos más abundantes y de los cuales se puede sacar mayor provecho (más alta bioelectricidad) son los germinados de plantas como linaza, alfalfa, trigo, etc.; luego le siguen los vegetales en estado “adulto” (lechuga, zanahoria, tomates, betarraga, frutas, frutos secos, etc), las algas (de diferentes tipo) y por último algunos hongos (champiñones por ejemplo). Estos alimentos tienen la particularidad de no moverse y de seguir vivos aún cuando los hayas arrancado de su lugar de origen. Los germinados de plantas son los alimentos de más alta bioelectricidad por estar en su estadío germinativo por lo cual su poder enzimático y vitamínico está al máximo nivel. Así cuando un alimento está vivo tiene mayor bioelectricidad (pincha aquí si quieres saber más sobre «biolectricidad») y cuando muere su bioelectricidad comienza a disminuir hasta su pudrición, descomposición y posible desintegración, -esto es un principio universal llamado entropía- todo tiende a descomponerse en sus partes más simples.
2.-ALIMENTOS COCIDOS (bioestáticos)
Son todos los alimentos que han sido cocinados por consiguiente ya no están vivos. En muchas ocasiones son fuentes de energía como los carbohidratos presentes en la yuca, papa, camote, maíz, oca, etc. No son alimentos dañinos, sin embargo su nivel de bioelectricidad es mucho menor que el de los “alimentos vivos”.
3.-ALIMENTOS PROCESADOS (bioacídicos)
Son los que disminuyen, alteran y/o hasta destruyen la bioelectricidad del cuerpo.
Son los alimentos procesados, con aditivos, hormonas, preservantes, herbicidas, colorantes, irradiados o genéticamente modificados. Entre más procesos, más bioacídicos. De estos alimentos su bioelectricidad es casi nula.
Para el lingüista y naturalista húngaro gozar de una óptima salud en la dieta consiste en consumir el 75% de ALIMENTOS VIVOS (biogénicos y bioactivos) y el 25% de ALIMENTOS COCIDOS (bioestáticos). Los ALIMENTOS PROCESADOS (bioacídicos) deberían evitarse en su totalidad.
Es necesario que cada uno saque sus propias conclusiones para hacerse responsable de su dieta cotidiana.
Si realmente estás buscando más salud en la alimentación, te recomendamos ir de a pocos con esta nueva filosofía de la nutrición.
Si te pareció útil esta información, o tienes alguna otra filosofía sobre nutrición no dudes en dejarnos tus comentarios.
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